martes, 30 de agosto de 2011

Síndrome de Omlocotse



Tanto la he llegado a querer que, cuando recibí el dinero del rescate, me eché a llorar. Tras liberarla, me he mudado al zulo, donde todo me recuerda a ella: el jergón que aún conserva su olor, el de sus orines, los arañazos ensangrentados en la trampilla, la bombilla rota con la que intentara una vez (qué ingeniosa) cortarse las muñecas. Por Navidad, le enviaré una tarjeta, no está bien perder así el contacto.



domingo, 28 de agosto de 2011

Valle de lágrimas



—Dios mío, ¿por qué me has abandonado?


Los hombres, seres ingenuos, piensan que se sacrificó por ellos. En realidad, fueron meros instrumentos de Satán para secuestrar al Hijo. El Señor, que antes que Dios es Padre, aceptó las condiciones y, al tercer día, su Hijo fue liberado. Los bastardos de arcilla fueron los sacrificados, el precio aceptable del rescate.



sábado, 27 de agosto de 2011

Noticias de aquel país (I): Secuestro y regateo

Un plácido es raptado por una banda de petrones. Es sabido que los plácidos nunca tienen dinero, pero la banda es novata y no se atreve con un lucra, siempre tan rodeados de guardaespaldas o tigres. Así que envían un dedo con la exigencia de un modesto rescate a la familia del plácido. Esta piensa: “Quedan nueve, hay tiempo”. Luego guardan el dedo en una neverita de playa. Al tercer dedo, los petrones bajan el precio. La familia: “Quedan siete, esperamos”. Después del octavo, se llega a una oferta que los plácidos consideran razonable, pagan y el rehén es liberado. Cuando llega a casa, los suyos lo reciben con una gran fiesta y bollos de miel. Le devuelven los dedos y se los atan al muñón con amor y unas cintas de muselina. El plácido está contento: los lazos quedan muy bonitos y son ¡cada uno de un color! Entre todos, discuten si poner lazos a los otros dos dedos, pero lo ven un exceso. Previsores, acuerdan guardar las cintas sobrantes para futuros secuestros.



viernes, 26 de agosto de 2011

Gesta truncada



Teseo lleva siete años en el laberinto. En su tesitura de héroe, no puede regresar a Atenas con las manos vacías pero, por más vueltas que da, no es capaz de encontrar al Minotauro. Desconoce que antes que él entró Ariadna y dio con la bestia: débil, temerosa, secuestrada a los ojos del mundo y confinada por décadas. Con un hilo de ingenio, huyeron de Creta los dos hermanastros, a salvo de cualquier pendejo con aspiraciones a protagonista de epopeya.



domingo, 21 de agosto de 2011

Dragones y mazmorras



De chavales, Pedro siempre era el caballero de brillante armadura, Marina la princesa a rescatar. A mí me tocaba ser dragón, no había otra. Muchos años después volvimos a jugar, aunque los papeles en la versión adulta y adúltera estaban menos claros. No sé si fui raptor o salvador en esos encuentros donde, por unas horas, secuestraba a Marina de la esclavitud de su matrimonio con Pedro. El final del cuento, sin embargo, no cambió: el dragón acabó con el corazón atravesado, roto en mil pedazos.



miércoles, 3 de agosto de 2011

Picotazos en el cerebro


Tengo entre manos varias muertes. Antes tuve pájaros en la cabeza. Alegaría locura transitoria, pero entonces no podría seguir con este mequiere-nomequiere delicioso que es ir quitándoles, una a una, las plumas.



lunes, 1 de agosto de 2011

Números de circo tendiendo a cero

© Sonia Carballo (Sotacoba)

En el siglo XIV, las pulgas acabaron con el treinta por ciento de la población europea.


En el siglo XVIII, un arruinado propietario londinense de un circo de pulgas aplastó de un manotazo al treinta por ciento de sus empleadas.


Saltos en el tiempo, saltos en la vida, pulgas matando como humanos y humanos saltando como pulgas. Meros instrumentos en la calculadora del Universo, que equilibra, hace balance, suma y resta hasta que la nada y el infinito vuelvan a ser la misma cosa. Se rasca y rasca el Universo. Mientras, nosotros, todos pulgas.