viernes, 29 de febrero de 2008

Opiniones


Dios le dijo a Hombre: —No eres digno.

Hombre le dijo a Dios: —No eres.

jueves, 28 de febrero de 2008

Noche sin día

Laura Quintanilla
El periódico anunciaba un eclipse total de luna esa misma noche. Tomó el auto y se fue hasta el lago. Cuando llegó, las bestias ya dormían su temor en la negrura de un rumor inquieto. Entró en su cabaña de caza, cerró la puerta, bajó persianas, cubrió con trapos las rendijas. Vació entonces el armario de ropas y aparejos. Se metió dentro. Con fuerza, apretó los párpados y se puso las manos sobre ellos. Estuvo así unos minutos. A sus oídos llegaron crujidos de madera vieja. Pudo oler la humedad musgosa y abrió la boca para paladear el rancio sabor a polvo.

—Así que es esto —se dijo.

Introdujo su mano en el bolsillo y sintió en las yemas el tacto agrio del papel con el diagnóstico: “Retinitis pigmentosa en fase avanzada, de seis a ocho meses hasta amaurosis”.

Junto al término médico, entre los paréntesis que iban a encerrar el resto de su vida, figuraban dos palabras: “ceguera total”.

Amada

'Mujer mirando a la luna' Sandra Pérez
Te hacía de diez o doce gestos cada día. Aquí dentro te cambiaba en forma, te derribaba y construía con velos de color y falsos negros. Clavaba mis uñas en tu barro y tornabas aire que ríe, ritornelo ya escuchado que enmarcaba los modos en que te pensaba, en que soñaba que fueses. Forjaba tu no existiendo de retazos vivos en lienzos imperfectos. De diez, de doce a veces, desconocidas incompletas. Eras la ceja elevada tomando a sorbos el café que quema, la arruga alegre del ojo que sonreía a alguien que no era yo, que no quise nunca ser yo. Reinventaba tu figura en seda y se me hacía áspero el intento. Decía hacerte algodón y me recordabas que hay las nubes. Rebelde. Huidiza. Siempre un paso por delante y no te hallaba. Lo sabías y te divertía.

Más de una vez, mucho más de muchas veces te acuchillé desesperado, volatilicé mis anhelos en virutas diminutas con la esperanza de destruirte y poder no buscarte. Y entonces iba por las calles mirando el cielo por no ver a ras de suelo, con miedo de empezar a dibujarte de nuevo, aterrado de encontrarte inacabada en otro gesto fugaz.

Ahora ya no me perturbas, maldita amada. Sé que tu esencia es el sueño, no te quiero real, detestaría el tocarte. Eres completa al fin, humo y viento.

miércoles, 27 de febrero de 2008

Malicia

'Adán y Eva' Fernando Botero
De principio, él está conforme en ser hombre. A ella le agrada ser mujer. Pero lo cierto es que la única que en verdad disfruta es la serpiente, conocedora del futuro.

martes, 26 de febrero de 2008

Hambre de tu boca




De tus labios, de tu risa,
de tu lengua, de tus dientes,
del deseo que palpita,
del secreto de quererte.

De tus labios horneados
beso a beso y frente a frente,
que alimentan y envenenan
por ser vida y siendo muerte.

De tu risa porque es arma
que tan blandamente hiere.
¿Qué es amar si no rendirse,
cobarde de no tenerte?

De tu lengua por lasciva,
carnal y húmeda serpiente,
oasis que nunca sacia
la sed de querer beberte.

De tus dientes, batallón
que por el blanco florece.
Tan de niña si sonríen,
tan de mujer cuando muerden.

Del deseo que palpita
moroso de que me beses,
aliento que cura tanto,
que tanto cura que duele.

Del secreto, niña mía,
que atesoro de quererte,
pues si es pecado tu boca
ya me tarda ser hereje.

Hambre de ti, hambre, hambre,
hambre de labios y dientes,
hambre de lengua y de risa,
hombre que por hambre muere.

lunes, 25 de febrero de 2008

Donde el desconcierto, la ocasión



La final. Último segundo. Lanzamiento a la desesperada. El balón toca el aro, el tablero, vuelve para recorrer la circunferencia soñada. Una, dos, tres vueltas. Si dentro, unos reirán y llorarán los que si fuera reirán. La tensión apelmaza el aire y diluye el parqué, las gradas, los jugadores. Sólo una esfera que rodea un círculo vacío.

La pelota, de súbito, estalla en mil pedazos atronando el pabellón. Unos caen dentro y otros fuera. Las asistencias atienden los infartos. Los guardias de seguridad acordonan la canasta. Tras varias consultas, se procede al recuento. Un físico experto en dinámica de entre el público se ofrece voluntario para los fragmentos dudosos. En su bolsillo, late una pistola.

viernes, 22 de febrero de 2008

Compañero de viaje

'Old woman' Leslye Bloom

“Hasta que la muerte nos separe”, se habían dicho. Y fue lo que sucedió, una semana apenas desde tan sinceras palabras. El acaecimiento, repentino y en circunstancias demasiado absurdas para ser contadas, dejó a doña Lourdes con un amor de poco estreno. Desde entonces lo lleva colgado al cuello, junto a la medallita de san Fidel que heredara de su abuela.

Dice doña Lourdes que es un amor sin demasiados caprichos, bien educado. Sólo a veces, cuando la lluvia se escurre por los ventanales de la galería, él se le aprieta al pecho, se queja y llora como un niño, y entonces doña Lourdes lo toma en brazos y le canta zarzuelas de cuando iba de novios con su Fermín al teatro Fantasio.

Las tardes de sol, lo lleva a pasear hasta el arenal de la Compostela. Allí van por la orilla, cogidos de la mano, recordando episodios del hombre que cincuenta años no han sabido o no han querido borrar.

Doña Lourdes nunca ha llevado luto. ¿Para qué? Si tiene a su amor que la hace tan feliz.

Radiografía de un beso



Un beso es
la vibración del alma entre los labios,
la cocina del amor,
un sol que nace y muere en busca de su luna.

Es, también, un beso
el milagro de hacer carne el sentimiento,
es un choque de universos
que se funden.

Fuerza vital
capaz de detener el tiempo,
adrenalina enjaulada
en la arista de un cubo.

Dulce, dulce, dulce el beso,
vuelo terrestre de un ángel,
eclipse de la cordura,
comprimido silencio.

Besar es pues el relámpago
que estremece los cuerpos,
una muerte pactada
de la que volver viviendo.

Y luego,
tan sólo luego…
llega el suspiro.



jueves, 21 de febrero de 2008

Pas vrai, mon gars?

'Mujer con cigarrillo' Zuan Carreño
—¿Un cigarrillo? —ofrece Pierre, mientras abre su pitillera con entrenada demora.

—Muchas gracias —acepta Elena, que se inclina despacio, avanzando la sugerencia del escote.

Es un juego de lentitudes tan viejo como el diablo. Saben que habrá tiempo, más tarde y a solas, para la prisa de devorarse las bocas, bajar cremalleras y dejarse llevar a lo que frenéticamente sucede tantas noches en tantas camas sin tanta luz.

Por ahora se contienen, alargan ese ritual de segundos en que ella acerca el Gauloise a su boca y deja los labios entreabiertos. Apenas aspirado, el humo escapa como una cortina de seducción donde los ojos se anclan en el deseo. Se regalan, sin palabras, una promesa. Hasta el mismo instante en que deben desprender su mirada hacia Michèle y Gonzalo, que acaban de agotar su tête-a-tête sobre Rilke, los fines de semana en Corbeil, o cualquiera de esas cosas que comentan dos matrimonios bien avenidos cuando deciden compartir su amistad en un café de París.

Perspectivas relativas


La última obra de Luis había encontrado un fabuloso recibimiento entre la crítica internacional. Todos alababan la soberbia imaginación del autor, la maestría con que había sabido describir ese mundo fantástico en que se desenvolvían sus personajes. A modo de muestra, he aquí algunos fragmentos de esas críticas:

“... ¿Qué pasaría si pudiéramos desembarazarnos de nuestra plana existencia, rompiéramos con nuestras creencias e ingresásemos en el mundo de unos dioses de carne y hueso? La respuesta a esta pregunta es la que pretende mostrarnos Belmonte, planteando su particular y deliciosamente imposible conjetura sobre cómo es la Tierra de las divinidades. ¿Herejía o genialidad? Quizá ambas cosas.”
YAIZA MARADENTRO

“... Navegar por la obra de Luis Belmonte no es tarea fácil, ni recomendable para los que sólo busquen un divertimento que sobrevolar frívolamente. Precisa de un acto de fe absoluto, una apertura de mente que permita explorar el reino mágico que nos plantea el autor. Nos internamos así en un territorio en el que las leyes naturales dejan de tener consistencia, simplemente desaparecen ante la hipótesis declarada de una nueva dimensión. Innovador, vanguardista, el nuevo rey de la ficción.”
PEPE CARVALHO

“... La propuesta que nos presenta nos hace replantear todas las concepciones preestablecidas sobre el mundo tal y como lo conocemos. Los personajes dejan de ser esclavos de las palabras, vuelan libres en un planeta metafórico de difícil comprensión pero que nos absorbe en su belleza sin igual. Un hermoso sueño maquinado por una mente dotada para el ingenio. La vida más allá del papel y la tinta. ¿No sería maravilloso?”
SHERLOCK HOLMES

miércoles, 20 de febrero de 2008

Ciclos



Del llanto amargo al lloro ledo, de la inquina al amor. Salto... Boto y reboto. No acabo en tejer cadarzo huidizo y desmadejo. Sin brújula, sin cadencia, a compás quebrado. Achico la piel y me reduzco. Olvido achicar también mis órganos: exploto. Como uva en prensa, rompo hollejo, me hago lirio y amapola.

Aire: eludo el cerco y me elevo
Nube: me sosiego
Agua: resbalo y caigo
Tierra: me entierro



Carrusel de emociones sincopado que pasa de anhelo a insidia, y de insidia a alboroto, y de alboroto a dolor.

Abajo: arriba es ignorancia
Arriba: abajo es demorarse



Una chispa enciende el negro en mil colores y me dejo llevar en el remolino irisado.

Paladeo la pasión y la vida


En el ímpetu del giro surge el blanco: níveo hasta que duele. Cierro entonces los ojos lacerados y el negro vuelve.

Paladeo el rencor y la muerte


Recorro la bobina vital, adaptando el espíritu al tempo variable, al compás truncado de esta sinfonía acarpa y profana. Y a cada golpe de biela, voy guardando el impasse en la memoria, pues de estas suspensiones disonantes que alteran el sentido del trayecto emocional, substancia el hombre sus recuerdos. Con cada ciclo, el tiempo estoico teje un círculo mayor: mi existencia. Y aguarda paciente, sabedor de que llegará el día en que, con precisión virtuosa, hará ritornelo entre el vagido primitivo y el estertor final.

Círculo cerrado. Así sea

martes, 19 de febrero de 2008

Influjo lunar

'Werewolf' Paul Mudie, 2006
Con la luna llena, se transforma en una bestia horrible en la que los rasgos lobunos se mezclan con los humanos. Astuto y cruel, da caza, desuella y devora a los suyos.

Aún nadie ha sospechado de él, pues fuera de estas noches vive tranquilamente como uno más de la manada.

Reanunciación

'Annunciation II' Linda Sutton

Mary, a falta de clientes, se refugia en un portal porque llueve. Hay un plof, un chas y aparece un joven en paños menores colgado de sus alas.


—Dios te salve, María.


—¡Ups!, ¿llena soy de gracia?


—Pues... sí.


—¡Mira qué majo! ¿Y tú quién eres?


—Soy San Felipe Arcángel.


—...


—Sí, bueno, de la nueva hornada.


—Ya. Y en nombre del Señor quieres hacértelo conmigo.


—Yo no. El Espíritu Santo.


—Zoofilia...


—Er... No, Santísima Trinidad.


—Pues con tres os va a salir por un pico. Los condones aparte.


—Esto... Creo que no lo entiendes. Me refiero al misterio de la Encarnación.


—Mª Encarnación Otero, para servirle. Pero mejor Mary, que estoy trabajando.


—Que no... Que te digo que vas a ser madre del segundo Hijo de Dios.


—¿Yo? ¡Ja! Lo que me faltaba. Estoy como para cuidar de un churumbel.


—Bueno, bueno, yo sólo te lo anuncio. Con que me firmes aquí abajo conforme que has recibido el mensaje, a mí me vale.


—Uf... Anda, dame. ¿Aquí? ¡Hala, ya está! Y viento, que ha parado de llover y me espantas la clientela.


El arcángel se esfuma. De vuelta, por la autopista hacia el Cielo donación de Michael Landon S.A., medita en cómo han cambiado los tiempos:


“Ni modales, ni dulzura, ni virgen, ni nada. Perro mundo, falta hace el nuevo Salvador.”

Trémulo amor (tanka)

'Kiss under the moon' Ivan Koulakov

Sobre la tierra,

por el campo de sombras

rielan luceros.


En tu piel parpadean

mis besos de aprendiz.

lunes, 18 de febrero de 2008

Esperando al niño de la bufanda dorada

'El Principito' Antoine de Saint-Exupery

Veo cómo se acerca el principito entre la bandada de pájaros silvestres.


—Buen día —me dice al llegar—. ¿Vives solo aquí?


Sonrío...


Le ofrezco una silla y contemplamos en silencio la puesta de sol. En mi pequeño planeta, basta con moverse unos metros para ver tantos crepúsculos como uno quiera, así que pasamos un buen rato dedicados a nuestra distracción preferida. Al final él, que nunca olvida una pregunta después de formulada, acaba por repetir:


—¿Vives solo aquí?


Yo afirmo con la cabeza. Quisiera contarle que el cordero se comerá su flor, que él se pondrá tan triste que olvidará deshollinar los volcanes y que uno de ellos matará al borreguito. Que la soledad lo hará una persona grande y llorará mucho deseando retroceder en el tiempo, tanto que así pasará. Pero al volver atrás allí estará el niño que había sido, y tendrá que venirse a este planeta para que no lo vea. He aguardado desde entonces a que el ciclo se cumpla y quedar libre de toda obligación con el destino.


Se levanta para marcharse. Yo le ruego que guarde en secreto nuestro encuentro. También que le pida, al hombre que dibujará el bozal para el cordero, que pinte la correa para sujetarlo a la boca. En mi tristeza esto último le digo, aunque sé que no lo hará.


Sus rizos de oro se pierden ya como una estrella que se aleja y no puedo más que recordar lo que ahora piensa: ¡Qué extrañas son las personas grandes!

sábado, 16 de febrero de 2008

Santos Vega

'Payador en la pulpería' Mario Zavattaro

Y allá a lo lejos se ve, contra el tajo del horizonte, la sombra del payador a lomos de su caballo. Ya no entona sus endechas de cielos y vidalitas, triste anda las pampas, vencido. Juan Sin Ropa le ganó la vida en una payada de contrapunto.


—Más sabía mi guitarra —dice Santos al sol que va cayéndole a un lado—. Ella vio que era el Supay, compadre, y claro, se me destempló del miedo.

Íntimas paradojas desconsoladas

'El hombre de piedra' Victoria Bofill


Paradoja Primera: Soy esclavo de mis ansias de libertad

Se hace angustia el músculo
en la cárcel de mis costillas.
Rompe en latido lacerado
mil costuras remendadas,
sangrando sus callosidades,
presa de un grito desolado, asolado
ya en yermo erial
de élitros y escamas resecas.


Paradoja Segunda: Me siento viejo al recordar mi niñez

Palpitan obscenos los recuerdos,
una lejanía de colores,
de formas gigantescas,
de espacios abiertos,
de risas,
de juegos.
Pasado engullido en el transcurrir,
devorado en el vivir,
agrietado,
encogido en la parodia esperpéntica de un sueño.


Paradoja tercera y última: A veces, simulo ser yo

Me sincero en la intimidad del delirio;
capto entonces la esencia y el ego se me asusta.
Mantengo un segundo la mirada,
a riesgo de desintegrarme,
de acuchillar el espejo en mi soberbia.
Huye rauda la conciencia,
trepa en desbandada,
temerosa de la oscuridad de la nada,
la nada que es el todo real.
La mentira es llevadera.
Sí, me calma esta mentira llevadera.


Uriel Arcángel (o de eufemismos bíblicos)


Y Eva quiso probar la manzana. Y así hizo.

Y como era un ser sin maldad se la ofreció a Adán. Y Adán, otro inocente, también la probó.

Pero la manzana se sintió pecadora, notó la ira de Dios en su nuca y decidió expulsarlos del Paraíso blandiendo su espada de fuego.

Luego, del vientre de la primera mujer, nacería Abel con sus rizos dorados y los ojos celestiales. Como los de la manzana.

Adán, ya por entonces mucho menos cándido, se vio presa de los celos. Y pensó:

“Algún día tendré un hijo y cumplirá mi venganza.”

Contra el hijo de la manzana. Que ya todos sabemos que no era una manzana.

viernes, 15 de febrero de 2008

Aconteceres lingüísticos

'Las manos' M. C. Escher
Fue que sucedió una vez que una metáfora se encontró con el vocablo original de su sentido figurado, oculto estaba en la manga de un poeta. Este la acusó de haberle robado su significado y es verdad que al pobre se le veía en los huesos, tan insignificante significante que se había quedado. Pero la metáfora se veía hermosa con su sentido figurado, así que se limitó a sacar de un bolsillo su significado literal. Estaba todo arrugado y sucio, porque la metáfora se había acostumbrado a vestirse de tropo y ya no lo usaba. Se lo dejó en el regazo al otro vocablo y siguió su camino. Este lo alisó con cariño, lo lavó, lo peinó y acabó adoptándolo legítimamente como si fuera acepción suya. Y, desde entonces, nadie ha sido capaz de tornar las cosas a su estado primero, para escarnio y desdicha de algunos severos lingüistas.

Soneto elemental




No hay recta sino por tu espalda-tierra
que dome de tu piel-fuego sus curvas
cuando placeres-agua te la enturbian
y la mirada-aire se te encierra.

Pléyade elemental donde se aferra
el seco brillo de mi sombra absurda,
placebo sobre el filo de mi culpa,
tú la pálida vela que sentencia.

Celadora de mi fénix amante,
ven serena al azar de mi regazo,
robemos a la noche su colgante.

Y donde el tiempo pierda el firme trazo,
donde la luz aprisione el instante,
allí tu rostro en la paz de mi brazo.

jueves, 14 de febrero de 2008

Sorpresa tras sorpresa




El paciente pescador sonrió pensando que por lo menos un bagre y de los grandes. Cuando al final del sedal apareció un armadillo, quedó estupefacto.


El turbado pescador volvió a echar el anzuelo mirando de reojo al armadillo, que se había acurrucado dentro de la cesta. Esta vez, el tirón fue terrible. Imaginó la foto junto a tremendo bagre, a los del Club de Pesca con la admiración en los ojos y la envidia en las tripas. Pero no, un bagre no era aquel querubín renacentista que surgió enganchado de un ala. No daba crédito. Miró hacia el cielo con temor, pero ningún rayo justiciero bajó para atomizarlo.


El ansioso pescador lanzó por tercera vez. Su mirada alternaba entre el hilo, el angelito que enfurruñado sacudía las alas para secarlas y el armadillo, que había empezado a roncar sonoramente. No tardó en agitarse con ímpetu la caña. Entusiasmado, tiró y soltó, apeló a toda su destreza para vencer al río. ¿Qué iba a ser esta vez? ¿Una sirena, un unicornio? ¿Dios?


Tras media hora de lucha, la presa llegó a la orilla. El ángel aplaudió con regocijo despertando al armadillo, que se acercó a olisquear.


—No hay duda —dijo el pescador rascándose la cabeza—. Es un bagre.




miércoles, 13 de febrero de 2008

Adiós al hombre, adiós

'El rostro de la guerra' Salvador Dalí, 1940


Adiós al hombre, adiós,

en este mundo de animales,

sufra el hombre por el hombre,

de su mano muera, traicionado.


Fango de codicia, el alma humana,

lodo de gusanos y cenizas,

océano de estupidez,

libre albedrío mancillado.


Autófago canibalismo,

que ojo por ojo siembra

un reino de ciegos.

Los dioses han de lamentarse

del tiempo perdido.


¡Oh, triste religión de la estulticia!

¿No veis el suicidio colectivo?

¿Acaso es nada ser hermanos?

¿No os turba el silencio de los idos?


“Murió el poeta”, dijeron

mientras escondían sus manos,

ensangrentadas de amor

que se escurrió hasta la tierra.


Nadie queda ya que se pregunte:

¿Quién vivirá para enterrar

al último muerto?

martes, 12 de febrero de 2008

La marea


Cuando la envidia hizo que Barghol, uno de los Primeros, hundiera su hacha en la cabeza de Gëon, ya no hubo marcha atrás: el Mal había nacido en el mundo. Al ver la sangre del hermano entre sus dedos, una corriente cálida recorrió su cuerpo. Por primera vez, alguien mataba a un igual. Se sintió poderoso, invencible, ¡un dios!

Han pasado muchas Eras. Barghol, astuto, ha esperado para conquistar la Tierra. Ahora sus huestes surgen de las profundidades como una ola imparable. En la frontera de los Páramos Grises esperan los demás Primeros con sus ejércitos. Al frente, sublime, la hermosa Leurhil. El combate es atroz. La reina se abre camino blandiendo la furia de su espada sagrada, paso a paso, hasta llegar a donde aguarda Barghol. Los truenos rugen en el cielo cuando sus armas chocan. Ambos saben que la muerte de uno será el fin de la batalla. Barghol es la fuerza; Leurhil, la destreza. El día agota sus horas cuando ella, al fin, baja la guardia. Él embiste y la trampa se cierra. El contraataque es mortal: Barghol se derrumba con el pecho atravesado.

Leurhil mira sus manos teñidas de sangre. Siente que la inunda una cálida marea.

lunes, 11 de febrero de 2008

Pasión fosfórica


La cerilla se daba contra las paredes porque su amado cigarrillo se había esfumado con otra. Esta fue la chispa necesaria para que perdiese la cabeza: consumida por el fuego de los celos, se hizo humo.

En el monte



En el monte,
la luna se ha roto esta noche,
caballos de crines negras
cabalgan la oscuridad.

Busca la lechuza al ratón,
el lobo al hombre.
Los pinos murmuran
con su sangre verde.

El viento se viste de fantasma
contra el viajero.
Que silba,
que espanta sus miedos
a golpes de cayado.

Oh, grillo,
¿dejarás alguna vez
de estar enamorado?
Sierra el aire con tu poema
de insistencias.

Madre tierra,
acógeme en tu lecho de hojarasca,
protégeme de la fiera
que aúlla mi nombre.

Dame el calor de tu vientre,
haz que el alba llegue con premura.
Pues esta noche se ha roto,
aquí en el monte,
la luna.

viernes, 8 de febrero de 2008

Hasta el fondo


Era una mujer de cuerpo diez salvo por la arracimada, insoslayable, protuberante verruga en medio y medio de su entrecejo.

Lo había probado todo, incluso la cirugía. A las pocas semanas, volvía a estar ahí.

Hasta que una mañana, la mujer que de niña soñaba con ser princesa, se encara con su trauma frente al espejo.

–Hasta aquí llegamos.

En su mano las tijeras de las uñas, que atacan en un primer corte quirúrgico. Su enemiga responde con un chorro de sangre a borbotones. Siente como laten las raíces en su carne, dispuestas a regenerarse, así que vuelve a la carga, desollando, rebanando, horadando hasta tocar hueso. Con el índice, hace una comprobación final recorriendo el agujero. Segundos de gloria. Hasta el momento en que, justo en la punta del dedo, siente un pálpito.

En la otra mano, las tijeras de las uñas...

Cajas chinas


Mario Lacustre, hombre de recio fuste y de reflexión insomne, pasea por el acuario municipal de Colombres. Va recorriendo con flema de científico filósofo las amusgadas peceras de acristaladas paredes, llenas de pánfilos peces, de cangrejos y morenas, de abadejos, de percebes, de tritones y sirenas. Un axolotl carihombre abre hambriento su mirada presto a subyugar ingenuos que no han leído a Cortázar. Pero Mario, que es versado, no sucumbe. Sigue sus pasos Lacustre.

Llaman su atención las llamas que afloran muy floreadas, sobre el agua, en un rincón. Se aproxima para ver: un gusano, diluviano, cubierto de escamas de pez. Lleva la tripa ovalada de madre ovulada y, por su boca, salen lumbres. Cae Lacustre. Fascinado y extasiado. Ma-ra-vi-lla-do. Triste de su cautiverio mira moverse al dragón, ve los lamentos de fuego con que lame su dolor. Mario piensa: “Es posible que hasta llore. Si no nadase entre aguas, podríamos ver sus lágrimas. Pobre animalito noble.”

En los recintos de vidrio, ahora, cientos de ojos vidriosos le lloran. Esclavos, encerrados y enterrados en sus nichos licuados. Y fuera se oye llover, como un llanto que se escurre por los grandes ventanales, y el acuario se le hace, para Mario, una cárcel. Su seca y angustiosa cárcel.

miércoles, 6 de febrero de 2008

La burla burlada


Construyamos un minicuento clásico, según sus bien diferenciadas tres partes.

Tengamos, entonces, un planteamiento de dioses aburridos que perpetran, a modo de diversión, uno de sus arbitrarios actos sobre una ciudad, griega, por ejemplo, y de nombre Mythopolis. Así, deciden crear un doble de cada uno de los habitantes y con curiosidad observan el desarrollo de los acontecimientos.

Entramos entonces en el nudo, con la felicidad inicial de los humanos al encontrar en su par a alguien que los entiende y tiene sus mismos gustos. Luego prosigue con la desidia que el tiempo va anidando en los corazones de originales y clonados, agotados de la monotonía de sentimientos tan parejos. Surgen disputas también al ansiar tener las mismas propiedades. Una de ellas, la de la relación hombre-mujer, no tarda en solucionarse pues, habiendo dos de cada uno, bien que mal acuerdan cómo repartirse.

El desenlace, extraña excepción en tragedia griega como pudiera parecer ésta, va a resultar de lo más dichoso y enternecedor. Acaban por ir naciendo los retoños que, para frustración de los maliciosos dioses, los humillan con su absoluta singularidad de carácter.

Mientras baja el telón, en una esquina, se ríe Cloto, la Hilandera de la vida.

martes, 5 de febrero de 2008

El ocaso de un amor


Nube arrebolada ante el requiebro de Sol altanero. Jilgueros y oropéndolas aprueban relación con gorgoritos amistosos. Nadie sospecha que Luna espía al atardecer, difuminada y celosa en el azul asombrado. Sol guarda su brillo para endulzar a Nube y desciende con melosas intenciones.

Luna da la cara, su hoz amenazante, creciente. Sol, cobarde, se esconde tras las faldas algodonosas de Nube, que llora, llora hasta escurrirse por el aire dejando a Sol que se haga hombre. Pero Sol no, Sol niño y busca a Montaña, siempre maternal. Y huye.

Luna triste. En la oscuridad, los hombres sienten su melancolía. Lo que no saben es que Sol ya no volverá, tiene miedo de Luna. Se van a sus casas, a sus camas, a sus amores. Creyentes de que mañana será otro día.

Hielo en tu mirada



No es lo mismo

rasgar el cristal

con la carne viva de las uñas

que con una mirada.

Una mirada como esta

que tus ojos me dedican

quirúrgicamente.


Más me duele así.

lunes, 4 de febrero de 2008

Locas guerras


El único superviviente de la batalla recorre el devastado páramo. Va con la mirada hundida, espantando a su paso las aves carroñeras que se disputan el botín sin predilección de bando. Bajo el frío sol, su armadura de láminas imbricadas despide destellos sanguinolentos.

Arriba los dioses están desconcertados. Dudan en proclamarlo vencedor. Unos ensalzan su ímpetu vigoroso en la lucha y destacan la evidencia de que nadie más ha quedado con vida, mientras que otros esgrimen en su contra el manual de arbitraje (capítulo 3, artículo 3.7.2.).

Ajeno a tales disquisiciones, el vivo mortal llega a las lindes de un bosque. Tiene hambre. Agacha la testa y arranca con sus dientes un nevado manojo de hierbas.

sábado, 2 de febrero de 2008

Inconveniencia



Estimada Sra. Villanueva:

Roberto y yo quisiéramos invitarles a usted y su marido a la fiesta de compromiso de nuestra hija Lorena que celebraremos en nuestra residencia el día 23 del mes corriente. Agradeceríamos confirmación de asistencia.

Atentamente,

Emilia Bengoechea

********************************

Mi apreciada señora:

Me temo que no voy a poder asistir a la celebración. Mi amado esposo sufrió en el día de ayer un repentino infarto y hoy... ha fallecido. Comprenda que las circunstancias actuales me impiden acudir.

Respetuosamente,

Luisa Villanueva

********************************

Querida amiga:

Lamento profundamente lo sucedido y entiendo lo inapropiado de su asistencia al convite. Por favor, no deje de avisarnos si se diera el caso de que encontrase antes de la fecha un nuevo acompañante.

Con afecto,

Emilia Bengoechea

viernes, 1 de febrero de 2008

Elegía con lágrimas de sal


Marina Marea era rea de un amor y de una pena. Paseaba acantilados y el suicidio acariciaba, deshojaba, las noches de luna llena o hermosa o ruin.

En los cantos sonrosados de su boca de arrebol, caminaban los sollozos de un lamento de entretela, entrecortado el aliento que se le iba en la espera y la esperanza. Por la tardanza de un barco que nunca asomaba su vela, que no surcaba el horizonte con su hombre y su condena de querer. Y de saber que quien se quiere lo requieren: las olas, los peces y el mar.

La niña Marina, trenzados tres rezos en su vientre, soltó caireles, tiró joyeles, desnudose de su sayo y de su alma. Mientras cantaba:

Triste que estoy triste
por mi marinero.
Muerta yo me muero
de tenerlo lejos.

Triste que estoy triste,
ya no lo estaré,
cuando llegue el alba
me despeñaré.

Se llevó la brisa aquel dolor, con temor, y deprisa lo acercó hasta el amado que volvía. Que la niebla, traicionera, escondía de Marina.

El marino rogó, robó, rizó los aires en la vela viendo venir el día y la tragedia. Mas en vano. Despuntando el primer rayo, la doncella regaló su desamor a la derrota. Y las rocas recibieron, en su seno, un ángel caído del cielo y un hombre cegado en su empeño. El resto, lo cuenta el viento:

Ya duermen los amantes
su sueño desdichado,
unidos en la muerte
los dos enamorados.

La mar no tuvo culpa,
la culpa fue del mal
de amar a quien se deja,
de amar a quien se va.

El rey lógico


El rey Marcus era un hombre que siempre sopesaba los pros y los contras en cada una de sus decisiones, actuando según la lógica le dictaba. Su sensato uso de la lógica era conocido por todos sus vasallos, que acudían a él para dirimir sus disputas. Aplicó la buena lógica en todos los asuntos del reino y así éste creció en poder y riquezas bajo su mandato. Por lógica, consintió en contraer matrimonio con la heredera del país vecino, pues aquella unión, lógicamente, afianzaría la hegemonía de su nación y podría evitar guerras futuras.

Durante los preparativos nupciales, llegaron a palacio unos músicos ambulantes que se ofrecieron para amenizar los festejos con su oficio. Observó entre ellos el rey a una hermosa muchacha de ojos almendrados y cabellos oscuros como la noche. Esa misma tarde, ordenó redactar una misiva disculpatoria deshaciendo el acuerdo de esponsales y que el jinete más raudo la hiciera llegar a los gobernantes del país vecino inmediatamente. Era lógico: se había enamorado.

Vigila divina (tanka)



Noche serena,
océano de sombras.

Puño de luz
es el rayo avisando
que los dioses no duermen.